Seguro que habrás oído hablar de la ley de la atracción…
A través de esta etiqueta se difunde un argumento, que dice algo así como que, a través de tus pensamientos, puedes influir sobre tu entorno, sobre tu vida en definitiva.
Se podría resumir así, desea y se manifestará.
El pie en la puerta
La mayoría de estos mensajes, triunfan en gran medida debido a que, se valen de evidencias para introducir ideas de carácter mágico .
En principio para plantearse un objetivo, hay que partir de un pensamiento hacia futuro. Antes de fijarte un objetivo en tu vida, seguro que pensaste sobre ello, lo deseaste y demás. Sin embargo, lo más probable es que no te quedases ahí. Hiciste después cosas, más o menos, pero hiciste.
Si querías que una relación tu relación de pareja funcionase, procurabas estar tiempo con esa persona, cuidarla, que estuviera a gusto contigo…
Si querías estudiar una carrera, tuviste que matricularte, ir a clase, hacer los exámenes y un largo etcétera.
De esa forma, desear y plantearte una meta, pudo ser un buen inicio para lanzarte a la piscina, pero… ¿Podríamos decir que un pensamiento, un deseo, puede influir directamente sobre las cosas, cómo si de un imán que atrae lo que queremos, se tratase?
El azar y las creencias
Las consecuencias aparentes de nuestros actos, marcan nuestra vida. Si rompes el espejo de tu cuarto y seguidamente, sucede algo malo, es fácil empezar a plantearse ser supersticioso/a. Sí deseas algo y se materializa. Puedes llegar a tener fe, en la ley de la atracción.
¿Te caíste por las escaleras, después de ver a un gato negro?
Las personas tendemos a pensar, que si algo sucede seguido de otra cosa, lo primero fue el causante de los segundo. En ello se sustenta buena parte de nuestro comportamiento supersticioso.
De ahí, que nos resulte agradable y familiar, la idea de manifestar nuestros deseos, a través del pensamiento.
Nos vemos en el próximo post, hasta entonces.
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